martes, 19 de octubre de 2010

Diez estrategias de manipulación a través de los medios de comunicación



Recientemente el lingüista norteamericano Noam Chomsky elaboró una lista con las "Diez estrategias de manipulación" a través de los medios de comunicación. Aunque todas son identificables y preocupantes, me inquietan especialmente aquellas que hacen alusión a la mediocridad en que se mueven las expectativas educativas, ese discurso complaciente de la igualdad democratizadora a la baja que tanto daño ha hecho y sigue haciendo.

Reproduzco el artículo, que puede resultar útil para propiciar el debate en las tutorías de Bachillerato. Interesante para plantear paralelismos con novelas de ciencia-ficción de culto que ya nos adelantaron las claves de nuestra época: Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley, 1984 (1949), de George Orwell y Farenheit 451 (1953), de Ray Bradbury.

1. La estrategia de la distracción
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las elites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. “Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar; de vuelta a granja como los otros animales (cita del texto 'Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.

3. La estrategia de la gradualidad
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.
4. La estrategia de diferir
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento.

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos de edad (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.
6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto...

9. Reforzar la autoculpabilidad
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos poseídos y utilizados por las elites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

5 comentarios:

  1. El decálogo es absolutamente inquietante. Desde luego, el punto 7 es algo que venimos observando desde hace lustros: a este paso, volvemos a la Edad Media: una gran masa analfabeta (con su título en ESO y todo) y una élite culta y, además, tan a gusto de serlo. El frente está en menoscabar la cosa pública para que aumenten aún más esas diferencias. La "estrategia de la gradualidad" es algo que sufrimos "los que vivimos de nuestras manos" en general y los profesores en particular. ¿Se habrían aceptado estos recortes tan brutales - no hablo sólo de salarios, sino de prestaciones en general- en otras circunstancias? ¿Tendrá todo esto vuelta atrás? ¿Nos resignaremos? Es que no hay un sólo punto que tenga desperdicio...Un abrazo, Esther.

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  2. Una entrada brillante, una más en un blog extraordinario que con tanta alegría descubrí hace poco. Como dice Carlota, no tiene desperdicio. Leo el punto ocho y al instante pienso en mis alumnas de 3º de ESO gritando enloquecidas por haber conocido a un gañán de Mujeres y Hombres y Viceversa que probablemente desconozca las vocales... Y orgullosas de haberle besado. Hace dos horas, os lo prometo. En fin, un abrazo, todo esfuerzo por luchar contra esta realidad que tan lúcidamente describe Chomsky es positivo y necesario, debemos estar convencidos. Un abrazo, ánimos.

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  3. Como dicen los otros comentaristas, un decálogo imprescindible para tener siempre presente. Lástima que los mediocres y los bellacos suelen resistirse a ser desenmascarados :-)
    Un saludo.

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  4. Lamentablemente quienes están al frente de los gobiernos y las empresas conocen y ponen en práctica cada uno de estos puntos. En México, por ejemplo, se enfrenta una guerra contra el narcotráfico que ha costado más de 30 mil vidas, el aumento en los presupuestos de seguridad, más violencia y reducción de los dineros que deberían estar destinados a salud, educación y cultura.
    Excelente trabajo de Chomsky, gracias por compartirlo.
    Querida Esther, va un abrazo.

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  5. Disculpad que tarde en contestar. Tengo las energías muy repartidas ¡y el tiempo!

    Carlota, me alegro de que te guste. Es difícil estar en desacuerdo con los planteamientos del autor, así que confirma algunas de nuestras más pesimistas sospechas. Me gusta la analogía que estableces con la Edad Media, es el ejemplo más claro de que quien tiene en sus manos el saber, tiene el poder. Parece haberlo olvidado buena parte de la sociedad, que desprecia la cultura y el conocimiento. Un abrazo.

    Germán, gracias por tus palabras, son una inyección de ánimo en tiempos difíciles. Me ha encantado pasarme por tu blog. Me alegro de que la blogosfera permita tender puentes y abrir nuevas ventanas. Un abrazo.

    Antonio, veo que te ha gustado el decálogo. Te agradezco que hayas contribuido a difundirlo entre tus blogs amigos. Es tan tremendo todo lo que dice que parece imposible que no genere cierta toma de conciencia y contribuya a azuzar el sentido crítico. ¿O está la sociedad demasiado anestesiada ya? Como decía un compañero mío, la sociedad está "belenestebanizada". Es posible que a los alumnos en concreto les deje bastante indiferentes, como apuntaba Joselu.
    Un abrazo, Antonio.

    MªEugenia, también por aquí asistimos a recortes indiscriminados a costa de la crisis. Se eliminan programas, se reducen apoyos, se suprimen recursos. La educación se resiente y nadie parece caer en la cuenta de que puede ayudar de forma fundamental en la salida de la crisis. La diversidad en las aulas es enorme y se priman las inversiones en tecnología sobre otras. Cualquier medida de mejora pasa por pedir más esfuerzos al profesorado.
    Un abrazo, MªEugenia.

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